ETQQ / 24 Abr 2019.- El segundo capítulo de la octava temporada de Game Of Thrones estuvo lleno de emotividad de principio a fin, la preparación no solo incluyó la parte logística de la batalla, también nos mostraron la parte humana de cada personaje.
Con la incertidumbre de la muerte rondando, pero con la convicción de vencerla, todos y cada uno de los personajes mostraron sus sentimientos más auténticos.
El guión estuvo impecable, lo vivido antes de que sonara el cuerno anunciando la llegada de los caminantes blancos fueron momentos llenos de muchas emociones individuales.
Jaime Lannister llega a Winterfell como una persona totalmente distinta a su última visita; en el camino fue dejando atrás todas sus faltas, recuperó su honor y saldó todas sus deudas. Sin duda merece estar en la batalla final.
En la misma línea llega Theon Greyjoy, dispuesto a morir -de ser necesario- para redimir el daño causado a los Stark, de traidor a formar parte de la primera línea en el campo de batalla, el cambio en Theon fue abismal.
Arya llevó su relación con Gendry al siguiente nivel, le dice: “probablemente moriremos pronto y quiero saber cómo es antes de que eso pase”, y fue así, muy a su estilo que ella lo besó y lo demás fue historia, aunque a todos nos costó un poco aceptarlo, la vimos crecer desde que era una niña y pasar por tantas cosas, y ahora la vimos hacerse mujer.
Brienne, nombrada oficialmente como Caballero de los Siete Reinos por Jaime Lannister. Reunidos frente al fuego mientras toman vino, en una situación de veteranos combatientes todos, compartiendo ese respeto por tantas experiencias, Brienne, Jaime, Tormund, Tyrion, Ser Davos y Podrick hablan sobre la tradición que no permite que una mujer sea nombrada caballero oficial, y Jamie en un noble gesto la juramenta como Caballero. La sonrisa de Brienne y su felicidad total marcan una imagen imposible de olvidar.
Lyanna Mormont dispuesta a luchar con su altanera actitud que la caracteriza, y la pudimos ver hablando por primera vez – y tal vez por última – con su legendario primo Jorah.
Davos recordando a la princesita Shireen en esa emotiva escena de la niñita con mitad de su rostro marcado, sonando de fondo la música incidental que solía sonar en aquellas escenas cuando Shireen le enseñaba a Davos a leer.
Jorah hasta el final haciendo ver a Daenerys las cosas que sabe puede hacer mejor.
Missandei y Gusano Gris pensando en un futuro juntos, si sobreviven, en la isla de Naath, de donde es oriunda Missandei.
“El Perro” Cligane, y Beric Dondarrion encontrándose de nuevo, con Arya por momentos, y compartiendo un trago ante el cumplimiento de un propósito.
Tormund y su libertad, no teme jamás mostrar sus sentimientos, franco, auténtico y noble.
Sansa por su parte lució serena ante lo desconocido, centrada en liderar Winterfell, y más dispuesta a comprender la situación con Daenerys.
“Ahora nuestra guardia comienza”; Jon, Edd y Sam nuevamente juntos, en el tope de un muro, esta vez en Winterfell, vigilando ante una inevitable llegada de los caminantes blancos, con Ghost detrás, y se renuevan una parte del juramento que los hizo hermanos en El Muro: “el último que quede, queme a los otros”.
La revelación: Daenerys y Jon tienen una conversación en frente de la estatua de Lyanna Stark en la cripta, Jon aprovecha el momento y le confiesa que él es el hijo de su hermano Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark; ella cuestiona la revelación pero reconoce que Jon es en ese caso el legítimo heredero al Trono de Hierro, pero ya no hubo tiempo de explicarse, los muertos han llegado a Winterfell en ese preciso momento.
El ejército de los caminantes blancos hacen acto de presencia, dejando todo listo para la épica batalla por la vida. La ironía está también servida: la posibilidad de que muchos mueran para poder darle una oportunidad a la vida.
La Batalla de Winterfell nos espera a todos.
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