La diplomacia es el arte de decir lo que se debe pero evitar se haga lo necesario. Esta contradicción la he visto plasmada en un escrito que ha circulado en redes donde dice: “Si la ONU hubiera existido durante la Segunda Guerra Mundial, Europa estaría hablando alemán”
Las recientes declaraciones de los Embajadores de los Estados Unidos James Story y Elliot Abrams han caído como un balde de agua fría para muchos venezolanos que ya han comprendido que estamos bajo el yugo de una tiranía criminal, no solo por el propio hecho de su naturaleza totalitaria si no por sus actividades en el narcotráfico y con grupos terroristas conocidos como las FARC, ELN y Hezbolah; una situación que Estados Unidos conoce mejor que nadie.
El sueño infantil del camino trillado de unas elecciones como mecanismo de resolución no solo estará destinado al fracaso, si no que aportaría el tiempo deseable para que la tiranía logre que la dependencia directa o indirecta al estado sea aún superior que algunas cifras aportadas por CEDICE, donde un estimado del 70% de los ciudadanos recibe algún tipo de sustento a través del Estado.
En palabras puntuales, permitir la llegada del temible “Estado Socialista”, planteado a la vista de todo el que ha querido ver en la ruta escrita y descrita en el “Plan de la Patria” al 2021.
Dentro del planteamiento húmedo de “La nueva ruta”, se ignora no solo la incapacidad de movilizar a un país que ha perdido, gracias a Dios, la confianza en la dirigencia, si no que también la necesidad técnica que implica un proceso de ésta magnitud, así como a los mecanismos de fuerza necesarios para convalidar cualquier resultado. En fin, se ignora todo.
Dentro de ese vientre tibio llamado la nueva ruta, se plantea un “realismo mágico” donde se daría un cambio de actitud místico en quienes hoy están al frente de los grupos terroristas y armados de extrema izquierda o fundamentalistas, ya sean domésticos o foráneos, de criminales que han hecho de la extorsión, el secuestro y el robo su forma de vida, de funcionarios que han encontrado “una nueva profesión” en las roscas del combustible, el trafico de drogas o cualquier gestión diaria con precios en dólares inaccesibles para la población pero suficientes para alimentar el despotismo oficial.
El afán de imponer “una nueva unidad” es una extorsión que pasa de la ridiculez a dirigirse rápidamente a una ilusión vacía, carente de propósito y sustento en el seno de nuestra sociedad.
La presentación de la administración Trump de estas rutas después de dos décadas, donde la realidad ha superado la ficción, no es más que un “estamos haciendo todo lo posible” puesto en marcha a manos de un Abrams (hombre distanciado de la simpatía del Secretario Pompeo) conocido por su articulación en el caso “Irán-Contras”.
Es hipócrita el mensaje de no intervención que acompaña, apoyando a Guaidó, James Story; un personaje de dudosa reputación y recientemente vinculado a grupos económicos y políticos afectos y subordinados a Raúl Gorrin. Abrams y Story tienen el único propósito de dar base a una narrativa de “populismo diplomático” de cara a la gran audiencia internacional.
La retórica diplomática de Estados Unidos está sentada en “lo correcto” debido a la mal llamada legitimidad de una Asamblea Nacional al servicio del sistema “bipartidista” o Statu Quo de nuestros tiempos, una farsa para la selección de peones cohabitantes presentados a una nación incauta y adicta al voto para su convalidación.
Una Asamblea que ha sido la jugada más brillante y nefasta para Venezuela, conceptuada en los laboratorios del G2 cubano sobre las bases de una Constitución Ilegitima de origen que finalmente da efecto a este “sempiterno interinato fuera de Ley”.
Cuando Abrams habla de la no participación de Estados Unidos en una resolución armada, me viene a la mente la Nicaragua de la cual él fue coautor. Pienso en Irak, Libia, Granada y Panamá, todas actuaciones ocurridas en mi propio tiempo, de mi conocimiento memorial.
Recuerdo como se construyeron narrativas previas a la acción armada, acciones que vendrían luego de haber quemado las naves del “Tratamos pero no logramos hacerlo en paz” a través de “todos los mecanismos diplomáticos, democráticos, pacíficos y electorales”.
¿Entonces por qué lo hacen? Precisamente por el afán de construir esa narrativa de “Demagogia Diplomática” al dejar un expediente de “Diplomacia y paz” a la vista de todos para su justificación de hacer.
Como última reflexión pregunto, ¿actuaría ese país para entregar el poder a enemigos confesos a su administración? Para nadie es un secreto el apoyo de la oposición socialista a Joe Biden, como tampoco lo son las palabras del propio Trump cuando dice “el socialismo no es la remedio para el socialismo”, cuando ha expresado que “en Venezuela no hay un líder fuerte con apoyo popular”.
¿Serían los Norteamericanos tan tontos como para repetir en Venezuela la historia de Nicaragua donde se permitió que un Arnoldo Alemán corrupto e incapaz abriera las puertas a los Sandinistas amnistiados y con fortunas ingentes e intactas volvieran al poder a través del llamado “Chavismo moderado o Light”? no lo sé, no lo creo.
Dejemos de ver bailar al mono y prestemos atención a cómo piensa el tigre. La rueda de la libertad de Venezuela está en movimiento, la gran incógnita es, ¿Quiénes en Venezuela pueden asumir el compromiso de hacer lo necesario alejados de una utópica transición democrática?
Orlando Mangiagli
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