ETQQ / 18 Abr 2019.- Hablar de Odebrecht en américa latina, es hablar de sobornos, complicidades, obras inconclusas muchas veces, y la totalidad de las administraciones de turno en cada país donde la constructora brasileña “licitaba” obras de envergadura.
Hace ya cinco años desde que la Operación Lava Jato detonó un esquema de corrupción en Brasil, cuyas salpicaduras siguen esparciendo el escándalo en América Latina, donde no solo ha destronado a altas figuras de la política, sino que ha enviado a prisión a expresidentes y ya cuenta con algunas muertes, entre ellas las de un expresidente.
La constructora Odebrecht admitió en 2016 haber pagado sobornos por 788 millones de dólares en una decena de países latinoamericanos y 2 africanos.
Hasta entonces, la gigante brasileña operaba en 26 países como proveedor de energía y agua, constructor de carreteras, aeropuertos, estadios entre otras cosas. Pero fue la exportación de su modelo de corrupción lo que inmortalizó su nombre.
En Perú, la constructora declaró un pagos hasta de 29 millones de dólares. Fue allí donde el caso derribó en 2018 por primera vez a un mandatario, cuando Pedro Pablo Kuczynski dejó la Presidencia cercado por la oposición señalándolo de estar incurso en el esquema de corrupción de la constructora brasileña.
Perú fue escenario de la primera muerte de un ex mandatario relacionada de manera directa con el caso. El ex presidente Alan García (1985-1990, 2006-2011) se quitó la vida de un tiro antes de ser detenido en el marco de una investigación por supuestas coimas en la construcción del Metro de Lima.
El Perú ha sido testigo en los últimos tiempos de las derivaciones más ruidosas del caso Odebrecht, con la detención en octubre de la líder de la oposición, Keiko Fujimori. A eso se suma la investigación por parte de la Justicia de los ex mandatarios Alejandro Toledo (2001-2006) y Ollanta Humala (2011-2016).
En Colombia, que recibió 11 millones de dólares en sobornos, indicó Odebrecht, y 32,5 millones de acuerdo con la Fiscalía local, el escándalo tomó un giro dramático.
En noviembre, Jorge Pizano, testigo clave y auditor del consorcio que formó la firma brasileña junto con una firma local para construir una autopista millonaria, murió por ingerir cianuro. Tres días más tarde, su hijo también falleció envenenado por beber la misma botella.
Otro testigo clave, el ex secretario de Transparencia de la Presidencia de Colombia, Rafael Merchán, se suicidó en diciembre con cianuro.
Ecuador es otro de los países en los que el caso ha escalado altos niveles de jerarquía. El ex vicepresidente Jorge Glas fue sentenciado a mediados de diciembre de 2017 a 6 años de prisión por cobrar 13,5 millones de dólares en sobornos de Odebrecht.
Las ramificaciones del caso Odebrecht siguen impulsando procesos judiciales a políticos encumbrados y hombres de negocios en el continente. Aún queda mucho ruido por oírse.
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