La Ola de Cancelar Netflix
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La Ola de Cancelar Netflix

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En octubre de 2025, Netflix enfrenta una nueva ola de cancelaciones de suscripciones, impulsada principalmente por una campaña viral liderada por Elon Musk en redes sociales. Musk instó a sus seguidores a cancelar sus cuentas, acusando a la plataforma de promover una “agenda transgénero” y contenido “woke” en programas infantiles. Y así se desató la ola de cancelar Netflix, aun en desarrollo.

Cancela Netflix

Esta controversia ha generado un movimiento #CancelNetflix, con reportes de cancelaciones masivas por parte de padres y críticos conservadores que ven esto como un riesgo para los niños. Casos como eld el programa como un CoComelon Lane que muestra a un niño vestido de niña con padres gay fueron el detonante.

El movimiento de cancelación de Netflix no es un flash mob; es un síntoma de una reacción violenta que lleva tiempo latente y que finalmente está surgiendo.

Todo empezó cuando Elon tiró su suscripción a la basura y le dijo a internet que lo siguiera, y tocó la fibra sensible. La gente está indignada con la transformación de Netflix: una plataforma más interesada en sermonear a sus espectadores que en entretenerlos, recibiendo un sermón corporativo envuelto en una imagen de marca multicolor y palabras clave de DEI.

 

El daño en números

El impacto financiero ha sido notable: las acciones de Netflix cayeron alrededor del 5% en la semana, borrando aproximadamente $15 mil millones en valor de mercado, con el precio por acción bajando de unos $1,209 a $1,134 en su punto más bajo, antes de estabilizarse cerca de $1,162.

Algunos informes mencionan pérdidas de hasta $17 mil millones, aunque el mercado en general ha sido volátil.

A esto se suma la presión de factores externos, como la propuesta de aranceles del 100% por parte del presidente Trump sobre importaciones, que podría afectar a la industria del streaming.

Esta no es la primera crisis para Netflix. En años anteriores, como en 2022, la compañía perdió millones de suscriptores debido a subidas de precios y restricciones al compartido de contraseñas, lo que llevó a una caída de $55 mil millones en valor.

Además, Netflix ha sido criticada por cancelar series populares para controlar costos de talento y producción, lo que afecta la lealtad de los usuarios.

En 2025, otros eventos incluyen la terminación de contratos de alto perfil, como el de Meghan Markle, y pérdidas de audiencia en nichos específicos, como contenido de lucha libre.

A pesar del revuelo, analistas consideran este boicot como un “ruido temporal” en un mercado de streaming que se proyecta duplicar a $100 mil millones para 2030. Las acciones de Netflix han subido un 35% en lo que va del año, gracias al crecimiento de su nivel con anuncios y éxitos como Squid Game Temporada 2.

Sin embargo, si las cancelaciones persisten, podría llevar a recortes en presupuestos de contenido, despidos y una reevaluación estratégica, exacerbada por la competencia de Disney+, Prime Video y HBO.

Netflix ha resistido controversias similares en el pasado sin erosión significativa de suscriptores a largo plazo, pero el reporte de ganancias del cuarto trimestre (a finales de octubre) será clave para medir el daño real.

Go Woke, Go Broke

 

Netflix planeó un 2025 muy diferente a lo que está pretendiendo vender. Internamente, desarrolló listas de contenido, estrategias de comunicación y alianzas como si Kamala Harris fuera a regresar a la Casa Blanca y redoblar esfuerzos en todo lo relacionado con la agenda de al ex candidata Demócrata, desde los mandatos ESG hasta el cumplimiento de los pronombres en lso guiones.

En cambio, se enfrentan a una corrección cultural, y posiblemente también política. Y si hay algo peor que alienar a la mitad de tu audiencia, es hacerlo mientras se apuesta por un futuro equivocado. Eso no es estrategia. Eso es imponer una predicción del futuro con ayuda de presupuesto.

El hombre tras la cortina, Reed Hastings, con su chequera en mano, invirtió sin miramientos 7 millones de dólares en un Super PAC que apoyaba a Kamala Harris. Claro, “no era dinero de Netflix”. Pero pretendamos que el público no lo sabe.

Cuando el presidente ejecutivo de tu empresa escribe notas de amor millonarias a un candidato presidencial, la gente lo nota. Y cuando ese candidato es la imagen del mismo proyecto cultural que una gran parte de los estadounidenses rechaza, acabas de pintar un blanco de ataque en tu marca. Y vaya que está pasando.

Hastings intentó jugar la carta de “esta es una donación personal”. ¡Genial! Mientras tanto, el silencio de Netflix habló más fuerte que cualquier comunicado de prensa. Sin distanciamiento, sin aclaraciones, solo un encogimiento de hombros corporativo mientras internet encendía el fuego.

¿El resultado? Las tasas de cancelación de suscripción se dispararon. Las redes sociales se encendieron y siguen encendidas. Y nació una nueva narrativa: Netflix no solo es progre, sino que está enganchado en la agenda woke. Los espectadores que antes se burlaban de las tramas moralizantes ahora están cancelando sus suscripciones.

Netflix sigue pensando que esto es una fase más que superarán. Y pues no, no lo es. Es un ajuste de cuentas. Apostaron a que la cultura y los valores, la moral y la ética seguirían desplazándose hacia esa izquierda antinatural y aberrante, apostaron a que los espectadores más jóvenes ahogarían la disidencia pensante y a que los conservadores se quejarían, pero seguirían pagando sus suscripciones. Pero la paciencia se colmó y estalló. Los espectadores están hartos de ser condescendientes, y de ser tratados como intolerantes por preferir el escapismo al activismo.

Si fuera un drama con guion, se titularía “Go Woke, Go Broke”. Y Netflix se proyectaría solo.

Hoy es Netflix, pero aun faltan actores woke por poner en su sitio.

 

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