La novena Edición de la Cumbre de las Américas 2022 comenzó en Los Angeles completamente empapada de polémica.
Con el lema “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”, Estados Unidos como organizador dejó por fuera – y con toda razón – a los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela, con el argumento que son países en los que no se respetan los derechos humanos y la Carta Democrática de las Américas y, por lo tanto, no son bienvenidos a semejante reunión.
En el caso de Venezuela la decisión de Estados Unidos deja un sabor extraño en el razonamiento, pues Washington ha venido dando inequívocos signos de reconocimiento pragmático del régimen de Nicolás Maduro desde febrero de este año.
Aunque el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador se ofreció para mediar, Washington se mantuvo en su posición. Finalmente el propio López Obrador rechazó asistir a la cumbre.
Esta edición de la Cumbre de las Américas es la primera que Estados Unidos organiza desde que comenzaron a celebrarse en 1994, tras una convocatoria hecha por el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton. Desde esos tiempos muchas cosas han cambiado en una región en la que las democracias se han deteriorado significativamente.
No pocas ausencias se han producido en esta edición de la cumbre. Además del presidente de México, Bolivia, Brasil y Argentina también habían amenazado con no asistir, pero el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, finalmente asistió, al igual que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien además recibió una invitación para hacer una visita oficial a Washington en el mes de julio.
El presidente de Uruguay, Luis Calle Pou tampoco asistió al evento, debido a razones de salud ya que dio positivo para Covid-19.
Toda la controversia que ha caracterizado a esta cumbre, augura escasas expectativas de logros significativos.
La región se presenta en su estado más precario en evaluación de condiciones sociales, libertades, democracias en riesgo, violaciones a los derechos humanos, narcotráfico, desplazamiento de refugiados a niveles históricos, y una ausencia evidente de liderazgo para hacer frente a estos males y al creciente populismo que se afianza como una de las más inmediatas amenazas.
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