Según un informe de The Wall Street Journal, Qatar habría amenazado con deportar a los líderes de Hamás si no aceptan un acuerdo sobre la liberación de rehenes israelíes.
Qatar por ahora alberga en su territorio al buró político de Hamás, incluido su líder, Ismail Haniyeh.
Hamás cínicamente desmiente
Un alto cargo de Hamás con sede en Doha, Husam Badran, ha negado estas afirmaciones y ha advertido que la violencia podría intensificarse durante el mes sagrado del Ramadán si no se llega a un acuerdo.
Hamás busca un alto el fuego permanente, pero bajo su ventajismo. Pretende el retorno de los civiles desplazados al norte de Gaza, un incremento de la ayuda humanitaria y la retirada de las tropas israelíes de la Franja de Gaza. A cambio de nada.
Por otro lado, Israel desea una tregua más limitada y ha prometido continuar su ofensiva para eliminar al grupo terrorista y liberar a todos los rehenes, puntos no negociables y con toda razón.
Badran ha culpado al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por la falta de avances en las negociaciones, calificándolo como el más peligroso para la estabilidad de la región. El cinismo palestino que puede costar más caro de lo que cualquier analista podría estimar.
Qatar y su juego doble moral
Este conflicto entre Hamás e Israel tiene implicaciones significativas para la estabilidad de la región. La amenaza de deportación por parte de Qatar podría ser una táctica de presión para impulsar las negociaciones hacia un acuerdo.
Y no vemos nada de reprochable en ello, lo reprochable es que Qatar juegue a hacerse imprescindible guardando a terroristas cobardes y doble moral en su terriotorio, y ofrecerse como “mediador” entre estos y países víctimas de su terrorismo, buscando figurar en el escenario internacional.
La situación es delicada, y las decisiones tomadas por ambas partes podrían tener consecuencias duraderas para la paz y la seguridad en la región, y por qué no decirlo, a nivel global.
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