Miércoles de Ceniza
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Miércoles de Ceniza

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Para los católicos del mundo hoy inicia la cuaresma, el miércoles de ceniza marca dicho comienzo. La Cuaresma es una preparación para celebrar el misterio de la Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Veamos más acerca de este día.

La tradición del Miércoles de Ceniza

Llamado en la tradición de la Iglesia católica como  “miércoles al inicio del ayuno”, este rito que marca el inicio de cuaresma comienza con la imposición de la ceniza en la frente de los creyentes.

La historia de este rito está muy unida con la tradición hebrea antigua de penitencia, que se expresaba entre los hebreos cubriéndose la cabeza de ceniza y vistiéndose de un áspero paño llamado cilicio.

La imposición de las cenizas como rito de inicio de cuaresma data de la edad media. El primer formulario de bendición de cenizas de que se tiene constancia, data del siglo XI.

El rito de imponer cenizas sobre la cabeza de los penitentes, gesto de gran carga simbólica, se extendió rápidamente por Europa, y desde entonces ha seguido manteniéndose.

Estas cenizas se depositaban sobre la cabeza de los varones, y a las mujeres se les hacía una cruz sobre la frente. Hoy día a todos se les hace una cruz en la frente.

¿De dónde provienen las cenizas?

Las cenizas que se emplean en este día provienen de la combustión de los ramos de olivo y de palma bendecidos del Domingo de Ramos del año anterior.

En cuanto a qué cenizas se deben usar, la Iglesia determina que no toda ceniza puede ser empleada para el rito de imposición.

La ceniza que emplea el sacerdote el Miércoles de Ceniza procede, como acabamos de mencionar,  de los ramos que se bendijeron en el Domingo de Ramos del año anterior. Esos ramos se queman y la ceniza se guarda hasta el año siguiente.

Con las palabras “conviértete y cree en el evangelio” el sacerdote impone una cruz de ceniza en al frente del creyente. Así este rito del Miércoles de Ceniza marca el inicio de la cuaresma, y la preparación para la semana santa.

“Fundamentalmente el ayuno no es una cuestión de estómago, sino de corazón.” San Agustín.

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Entender la procastinación

 

 


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